La uva se transporta en pequeñas cajas de un máximo de 20 Kg para asegurar la integridad del fruto y, al ubicarse las parcelas en las inmediaciones de bodega, los racimos llegan en condiciones óptimas a la mesa de selección.
Cada una de las parcelas se vendimia y vinifica por separado, con fin de conseguir la máxima expresión de las singularidades de cada una de ellas.
El mosto realiza la fermentación con levaduras naturales, las que proceden del propio viñedo, a una temperatura controlada.
Después de la fermentación alcohólica, los vinos crían en barricas de roble americano, principalmente, de entre uno y dos años de edad. Se trabaja con distintos toneleros con el fin de aportar más complejidad a los vinos.